Las siglas LGBTIQ+ agrupan a una variedad de identidades de género y orientaciones sexuales que con frecuencia son marginadas o malentendidas en muchas sociedades. Comprender los conceptos detrás de estas siglas es fundamental para fomentar la inclusión y el respeto a los derechos de todas las personas, independientemente de su identidad de género u orientación sexual.
Por eso, a continuación te explicamos el significado de cada letra de este conjunto que cada vez escuchas más por todos lados.
Las primeras siglas de LGBTIQ+
Las primeras tres letras del conjunto LGBTIQ+ se refieren a las orientaciones sexuales que puede tener una persona. Esto significa hablar sobre de quién se enamora cada persona.
La L es de lesbiana, es decir, una mujer que se siente atraída, romántica o sexualmente por otras mujeres. Las lesbianas suelen enfrentarse a una doble discriminación en muchas sociedades: una por ser mujeres y otra por su orientación sexual. Promover la aceptación de las mujeres lesbianas es un paso importante hacia la igualdad de género y de derechos.
La G es de gay. Se refiere a un hombre que se sienten atraído romántica o sexualmente por otros hombres. Aunque a menudo se usa para describir a hombres, algunas mujeres también pueden identificarse como gays, refiriéndose a que les gustan las personas de su mismo género.
En muchos lugares, los hombres gays enfrentan estigmatización y violencia debido a su orientación sexual. Es muy importante crear un entorno donde puedan vivir abiertamente sin miedo a represalias.
La B es de bisexual, esto es, una persona que siente atracción romántica o sexual por más de un género. Las personas bisexuales con frecuencia enfrentan incomprensión y discriminación tanto de la comunidad heterosexual como de la homosexual, ya que se les puede calificar de “indecisas” o de querer “esconder” su homosexualidad.
Por ello, reconocer y validar las experiencias bisexuales es esencial para una verdadera igualdad.
Sobre la identidad de género
El género es un conjunto de categorías, expectativas y estereotipos que la sociedad espera de una persona, según el sexo biológico con el que nació. Así, por ejemplo, en nuestras sociedades se espera que una persona con vagina use el cabello largo, vista con falda o vestidos (o ropa catalogada como “de mujer”) y prefiera actividades como crear manualidades.
En cambio, se espera que quien nació con pene lleve el cabello corto, no use jamás una falda y se interese por ciertos deportes (como el futbol o el boxeo) o por los automóviles, además de que sea valiente y protector.
Sin embargo, hay personas cuya identidad de género, es decir, el género que perciben en su interior, no concuerda con lo que se espera de ellas según sus genitales.
Aquí llega la T de trans: personas cuya identidad de género no coincide con el sexo marcado al nacer. Esto incluye a hombres trans (personas asignadas como mujeres al nacer, pero que se identifican como hombres) y mujeres trans (personas asignadas como hombres al nacer, pero que se identifican como mujeres). También están en esta categoría aquellas personas que no se identifican completamente como hombres o mujeres y se denominan no binarias.
Las personas trans enfrentan desafíos importantes, como el obstáculo de la discriminación cuando intentan acceder a servicios de salud, empleo y el reconocimiento legal de su identidad de género. Una educación y legislación inclusivas pueden ayudar a proteger y empoderar a la comunidad trans.
La sexualidad es diversa, la identidad también
La I de intersexual es una letra que se agregó en los últimos años en las siglas de la diversidad sexual. Se trata de personas que nacen con características sexuales (como cromosomas, gónadas o genitales) que no encajan en las definiciones típicas de cuerpos masculinos o femeninos.
Durante muchos años, las personas intersexuales han sido sometidas a cirugías innecesarias en la infancia para “normalizar” la apariencia de sus genitales, lo que puede causar daño físico y psicológico. Es fundamental respetar la autonomía corporal y el derecho de las personas intersexuales a tomar decisiones informadas sobre sus cuerpos.
Más adelante encontramos la Q de queer (o cuir, en castellano). Originalmente, un término peyorativo, “queer” ha sido reapropiado por muchas personas como una identidad inclusiva que desafía las normas tradicionales de género y sexualidad. Puede incluir a quienes no se sienten completamente identificados con las etiquetas convencionales de las comunidades LGBTI.
La flexibilidad y la resistencia de la identidad queer subrayan la importancia de aceptar la diversidad y la fluidez de la experiencia humana.
LGBTIQ+: todas las diversidades, representadas
A las siglas LGBTIQ se les ha agregado el símbolo “+” para representar a otras identidades y orientaciones sexuales que no están explícitamente mencionadas en el acrónimo LGBTIQ+.
Estas otras categorías pueden ser pansexual (alguien que se enamora de otra persona sin importar el género de ésta), asexual (persona que no siente atracción sexual por nadie) o agénero (que no se identifica con el género femenino ni con el masculino), entre otras. Este símbolo reconoce que la diversidad humana va más allá de las categorías establecidas y que todas las identidades deben ser respetadas y celebradas.
La clave es el respeto
El camino para conquistar los derechos de las personas LGBTIQ+ ha sido largo y difícil, pero hoy en día por fin se están alcanzando logros que ponen freno a la discriminación y el estigma.
Tener una orientación distinta de la heterosexual o una identidad de género diferente a lo que hasta ahora se había considerado “aceptable” no debe ser motivo para privar a alguien de sus derechos fundamentales. La educación, la salud, el trabajo y la vivienda son garantías que toda la población debería poder disfrutar.
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