Un reciente estudio internacional ha revelado que los hombres ya casi igualan en esperanza de vida a las mujeres. En otras palabras, la brecha de género en la esperanza de vida, que se ha registrado desde hace décadas en diversos países, culturas y contextos, se ha reducido, y es posible que esta tendencia continúe a la baja en los próximos años.
El grupo de investigadores, liderados por David Atance, de la Facultad de Ciencias Económicas, Empresariales y Turismo de la Universidad de Alcalá, ha examinado durante cuatro años los indicadores de mortalidad y longevidad a nivel mundial en diversos países.
El estudio se basó en la formación de los llamados “clubes de convergencia”, que son países con características de mortalidad y longevidad similares. Se analizaron tres momentos temporales: 1990, 2010 y proyecciones hasta 2030, facilitando así la observación de la evolución a lo largo del tiempo. La metodología de clustering, perteneciente a la estadística avanzada, fue empleada para extraer y agrupar datos de países con indicadores similares de mortalidad y longevidad.
Los roles tradicionales de género
Según lo publica el periódico español El diario, la desigualdad en la expectativa de vida se fundamenta en el rol tradicional del hombre como trabajador, guerrero o que toma mayores riesgos, reduciendo su longevidad en comparación con la mujer, que históricamente se ha visto relegada a responsabilidades domésticas y a un papel más discreto.
Las cifras de mortalidad utilizadas en este estudio, publicado en la revista médica PLOS ONE, provienen de la base de datos de Naciones Unidas y abarcan un total de 194 países. Inicialmente, el objetivo era agrupar países con indicadores similares para demostrar que los resultados de longevidad y mortalidad tienden a agruparse según continentes, mostrando resultados mejores o peores dependiendo de la región. Sin embargo, la reducción de la brecha de género en longevidad fue un hallazgo inesperado durante la investigación.
En el grupo de países con los mejores indicadores, como Estados Unidos, Canadá, Europa, Japón, Austria y Nueva Zelanda, la esperanza de vida en 1990 era de 72 años para los hombres y 77 para las mujeres. Para 2010, esta cifra aumentó a 78 años para los hombres y 83 para las mujeres, reduciendo la brecha. Las proyecciones para 2030 indican que la esperanza de vida para los hombres sería de 83 años y para las mujeres de 86 años, disminuyendo aún más la diferencia.
Este patrón se observa también en España, que consistentemente se encuentra por encima de la media en su club de convergencia. En 1990, la esperanza de vida para los hombres era de 74 años y para las mujeres de 81; en 2010, aumentó a 79 años para los hombres y 85 para las mujeres. Las proyecciones para 2030 sugieren que la esperanza de vida será de 83 años para los hombres y 88 años para las mujeres, demostrando una continua reducción de la brecha entre ambos géneros.
Países en desarrollo
En países con resultados menos favorables, principalmente en África central y sur, la brecha de género también se reduce. En 1990, la esperanza de vida era de 44 años para los hombres y 50 para las mujeres; en 2010, aumentó a 57 años para los hombres y 61 para las mujeres; y se proyecta que en 2030 será de 61 años para hombres y 62 para mujeres, casi igualándose.
A pesar de estos cambios, David Atance destaca que la brecha de género persiste en la mayoría de los países y puede no igualarse completamente, según algunos estudios. Además, la investigación también analiza los cambios en diferentes tipos de países a lo largo del tiempo, considerando factores como la geopolítica y la participación en el mercado laboral. Por ejemplo, se menciona que la caída de la Unión Soviética afectó la mortalidad de los hombres en esa región, y Sudáfrica experimentó cambios en su tendencia después de 1990 debido a la aparición de enfermedades.
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