A muchas personas todavía les cuesta trabajo comprender cómo es que una mujer puede enamorarse de otra. La idea de que “hace falta” un hombre para establecer una relación de pareja está todavía muy arraigada y sirve como pretexto para negar la validez de las relaciones amorosas o eróticas entre mujeres.
La realidad es que las mujeres que se interesan amorosamente por personas de su mismo género están por todas partes, siempre han existido y no son producto de una moda o de la “rebeldía” de no querer estar con hombres. Lo que sí podría suceder es que, conforme se habla más abiertamente del tema de la homosexualidad, más y más de ellas han decidido dejar de ocultarse y vivir con mayor libertad, siempre que el contexto se los permita.
¿Por qué alguien se vuelve lesbiana?
Esta es una de las preguntas más frecuentes respecto, no sólo a las mujeres, sino a todas las personas homosexuales. Recordemos que la palabra “homosexualidad” viene del griego homos (igual) y el latín sexus (sexo), y se usa para designar a cualquier persona que gusta de alguien de su mismo sexo.
Así, es técnicamente correcto decir que una mujer es homosexual, sin embargo, actualmente muchas de ellas prefieren identificarse como lesbianas. El concepto viene de la antigua Grecia, donde se cuenta que la isla llamada Lesbos era habitada únicamente por mujeres, y se concluye que no sólo mantenían una convivencia cotidiana, sino que también establecían relaciones de pareja.
De vuelta a la pregunta, es importante aclarar que difícilmente una mujer “se vuelve” lesbiana. Pensar que la orientación sexual es una elección activa y que, por tanto, se puede elegir también la heterosexualidad, es negar la realidad con la que nacen miles de personas en el mundo. Las mujeres lesbianas se sienten atraídas por otras mujeres desde que comienzan a darse cuenta de lo que implica el amor de pareja. No es algo que elijan y, por tanto, no es algo que puedan rechazar.
Lamentablemente, la cultura machista que prevalece en nuestra región encuentra perturbador que una mujer pueda encontrar satisfacción sexual sin que haya un pene de por medio, por lo que en la creencia popular existen varias “explicaciones” para el hecho de que una mujer sea lesbiana:
- Que solamente está atravesando una etapa que se terminará cuando conozca al “hombre correcto”.
- Que ha sufrido grandes decepciones en sus relaciones con hombres, por lo que “se refugia” en otra mujer.
- Que ha sido “engañada” por otra mujer que “quiere parecerse a un hombre”, y de este modo se aprovecha de su vulnerabilidad.
Todo esto surge del estereotipo de que las mujeres no pueden no querer a un hombre en sus vidas, ya que con eso estarían renunciando, implícitamente, a la posibilidad de procrear, con lo que dejarían de cumplir el rol principal que la sociedad espera de ellas: la maternidad.
La lucha por la visibilidad
Con el fin de reivindicar su existencia, su libertad y su derecho a amar, cada 26 de abril se conmemora el Día de la Visibilidad Lésbica. La iniciativa surgió en España en 2008, pero a partir de ese momento se han sumado mujeres de muchos países con el objetivo de reclamar su lugar en la sociedad.
Por supuesto, también es un llamado a respetar los derechos humanos de las mujeres lesbianas, principalmente el derecho a no ser objeto de violencia, persecución, discriminación y estigmatización.
Además, las participantes buscan hacer visibles los obstáculos que enfrentan para acceder a otras garantías, como el derecho a la salud. Por ejemplo, raras veces el personal médico le pregunta a una mujer si tiene relaciones sexuales con mujeres o con hombres, pues se da por hecho que su actividad sexual es con una pareja de diferente sexo.
Sin embargo, ha importantes temas de salud que afectan a las mujeres lesbianas, como la infección por el Virus del Papiloma Humano (VPH) y otras infecciones sexuales que se transmiten más allá de una penetración.
El primer paso para respetar los derechos humanos de las mujeres que aman a otras mujeres es reconocer que existen y que forman parte de la gran diversidad que envuelven nuestras sociedades. Esto abrirá las puertas a una manifestación más del amor, que no tiene por qué ser objeto de represión ni violencia.
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