Cada vez más, las leyes en todos los países son modificadas para estipular la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Sin embargo, en los hechos, las mujeres viven muchas desventajas para poder conocer y reclamar esos derechos. En lo que se refiere al VIH, estas carencias tienen fuertes repercusiones y colocan a las mujeres en situaciones más vulnerables que a los hombres.
Desventaja y vulnerabilidad
Las vulnerabilidades que experimentan las mujeres y por las cuales se encuentran en un particular riesgo de adquirir el VIH se pueden clasificar en tres tipos: biológica, social y cultural.
Existe una vulnerabilidad biológica porque el interior de la vagina está conformado por tejido mucoso, el cual representa una extensa zona que es propensa a sufrir lesiones microscópicas con la fricción de la penetración durante una relación sexual. Estas pequeñas heridas son la vía de paso para el VIH si es que el compañero sexual tiene el virus. Además, el semen tiene una concentración de virus mucho mayor que los fluidos vaginales. Estos dos factores interactúan para colocar a las mujeres en un alto riesgo de infectarse.
Por otro lado, la vulnerabilidad social está conformada por los patrones de dominio y poder que los hombres ejercen sobre las mujeres en lo económico, lo político, lo familiar y lo sexual. Estos comportamientos son respaldados por la sociedad y limitan la capacidad de ellas para tomar decisiones sobre su vida, su salud y su sexualidad. El ejemplo más claro de esto es la dificultad para negociar el uso del condón, pues se asume que, en una pareja estable, las mujeres deben aceptar “ser cuidadas” por los hombres, quienes les dicen que no tendrán más parejas además de ellas, pero que justifican el tener otras conquistas sexuales diciendo que “los hombres son así”.
También hay una vulnerabilidad cultural, que está alimentada principalmente por estereotipos como el amor romántico, mostrado una y otra vez por medio de la música, las películas o los programas de televisión, los cuales muestran historias de mujeres que, si resisten todas las dificultades de una relación de pareja (violencia, infidelidad, abandono) lograrán tener un “amor verdadero” que todo lo perdona.
A todo esto hay que sumar que las mujeres, en general, no se sienten en riesgo de contraer el VIH, pues se cree que es una infección relacionada con los hombres gays o con las personas dedicadas al trabajo sexual, mientras que quienes están en un matrimonio o una relación estable no verían amenazada su salud. Esta falsa creencia las lleva a no considerar ni el uso del condón ni el realizarse pruebas de detección del VIH.
Defiende tus derechos
Son muchos y muy profundos los cambios que se requieren para que las mujeres accedan plenamente a sus derechos, lo cual les permitirá, a su vez, cuidarse mejor a sí mismas frente al VIH.
Para empezar, es importante saber cuáles son tus principales derechos y defenderlos en todas las circunstancias posibles. Recuerda que:
- Hombres y mujeres son iguales ante las leyes.
- Las mujeres no deberían sufrir discriminación, es decir, no se les debería limitar ningún derecho por ser mujeres.
- Las mujeres con VIH no deberían recibir un trato desigual debido a su condición de salud.
- Ninguna mujer debe ser obligada a someterse a una prueba de detección del VIH, ni tampoco se le debe negar la prueba. El examen debe ser totalmente voluntario.
- Toda mujer tiene derecho a recibir información sobre salud sexual que sea científica, verídica, adecuada y suficiente, por parte del personal de salud.
- Los resultados de una prueba de VIH, sin importar si son positivos o negativos, no deben entregársele a ninguna otra persona sino a la mujer que se sometió a la prueba.
- Si una mujer es diagnosticada con VIH, tiene derecho a recibir el tratamiento médico que salvará su vida.
- Las mujeres embarazadas tienen derecho a realizarse una prueba de detección del VIH, con el fin de proteger su propia salud y la de su futuro hijo, de modo que reciba el tratamiento necesario en caso de ser positivo el resultado.
Ya lo sabes, las garantías a la vida, a la salud y a una vida libre de discriminación pueden ser tus mejores herramientas para cuidar de tu salud no sólo física, sino también emocional, protegiéndote de una infección por el VIH.
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